Cada año, un tercio de los alimentos que se producen en el mundo -unos 1.300 millones de toneladas- se pierden o se desperdician, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). El 40% de estas pérdidas se produce en las etapas de post-cosecha y procesamiento, que es donde se rechazan frutas y verduras que no cumplen con los cánones estéticos que exige la normativa y que pide el consumidor.
Ugly food (fruta fea) y Love Food Hate Waste ( Amo la comida odio el desperdicio) son movimientos emergentes que defienden el valor del producto frente a una mal entendida estética y viene defendida por chefs como Jamie Oliver y numerosas instituciones e iniciativas dentro del llamado Ugly Food Movement.
Comer con los ojos está muy relacionado con el volumen de alimentos que se llegan a tirar y no refleja la realidad de la fruta que con una estética fuera del estándar sabe igual, cuando no mejor.
A la hora de comprar frutas, una de las cosas en las que más solemos fijarnos es su aspecto, que sean brillantes y perfectas, pero curiosamente este aspecto es en realidad producto de normativas no escritas que son mas una adaptación a embalajes y presentación que un beneficio real al consumidor ya que penalizan con sobrecostes por un producto de igual o mejor calidad.
¿Realmente el aspecto influye en la calidad nutricional de un alimento? No, un rotundo no que viene respaldado por la evidente realidad. Cuando nos limitamos a comprar con la vista estamos olvidando que lo bueno de la fruta es su interior. Compramos por lo bonita que es la piel cuando esta la vamos a tirar y dejamos de disfrutar su verdadero carácter que se oculta en el interior.
Paradójicamente, mientras el mercado renuncia a los buenos productos por estética se permite el lujo de importar desde territorios alejados una fruta de inferior calidad ya que todos sabemos que posiblemente la mejor naranja del mundo es la naranja de Valencia.
Los costes de esta excentricidad los paga el consumidor y el planeta generando un impacto ecológico innecesario y un sobrecoste del producto difícil de justificar.
Compra Frutas Feas, nuestras naranjas son auténticas naranjas valencianas recién recogidas del árbol de excelente calidad.
Naranjas valencianas, tan buenas como cualquier otra naranja porque se recolectan cada día para ti del mismo árbol, simplemente no despreciamos aquellas naranjas que por su calibre o apariencia no admite cierto tipo de mercado.
Nosotros pensamos que si vas a tirar la piel ¿por qué pagar más por una estética que no se aprovecha?